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Puts Marie en la isla sin costa, 2006. Fotografía digital sobre forex. 210 x 370 cm. (10 fotografías de 100 x 70 cm. c/u). Edición de 6.

Camping car, 2006. Vídeo DVD 16:9 HDTV 720p. 3' 50". Edición 1 de 4.

Isla Mágica (Early morning people), 2006. Vídeo DVD 16:9 HDTV 720p. 8' 30". Edición 1 de 4.

Attack without lyrics, 2006. Fotografía digital sobre forex. 210 x 240 cm. (6 fotografías de 100 x 74 cm. c/u). Edición de 6.

Alpenflug, 2006. DVD 5:4 DV PAL. 2'. Edición 1 de 4.

To basel (Doesn't matter), 2006. DVD 16:9 HDTV 720p (para pantalla de plasma) y 5:4 DV PAL (para proyección doble). Edición 1 de 4.

Serial killer, 2006. DVD 16:9 720p (para pantalla de plasma) y 5:4 DV PAL (para proyección doble). 2' 39". Edición 1 de 4.

Dave the slave, 2006. DVD 16:9 HDTV 720p (para pantalla de plasma) y 5:4 DV PAL (para proyección doble). 3' 25". Edición 1 de 4.

El arquitecto (pillow), 2006. DVD 16:9 HDTV 720p (para pantalla de plasma) y 5:4 DV PAL (para proyección doble). 3' 4". Edición 1 de 4.

Toxication, 2006. DVD 5:4 DV PAL. 3' 47". Edición 1 de 4.

Strada, 2006. DVD 5:4 DV PAL. 2' 21". Edición 1 de 4.

El laberinto (Jockey full of Bourbon), 2006. DVD 5:4 DV PAL. 2' 56". Edición 1 de 4.

Don't wanna be, 2006. DVD 5:4 DV PAL. 3' 16". Edición 1 de 4.

Viva las bestias (Your favorite fantasy), 2006. DVD 5:4 DV PAL. 3' 31". Edición 1 de 4.

One minute punk, 2006. DVD 5:4 DV PAL. 51". Edición 1 de 4.

Fantasmas en mi mente (Ghost), 2006. DVD 5:4 DV PAL. 1' 51". Edición 1 de 4.

One frame punk, 2006. Caja de luz y duratrans. 74 x 100 x 10 cm. Edición 1 de 5.

Big rock candy mountain, 2006. DVD 5:4 DV PAL, 2' 17". Edición 1 de 4.

Juan Carlos Robles
Your favorite fantasy
30 Noviembre, 2006 - 20 Enero, 2007

Hay un momento en Pierrot le Fou, de Godard, que es a la par una demostración de suprema inteligencia y de hilaridad. Cuando la chica que acompaña a Jean-Paul Belmondo en el descapotable por la campiña francesa le pregunta, extrañada, “¿pero a quién miras?”, la respuesta de Belmondo es implacable: “Al espectador. ¿A quién va a ser?” La reacción del loco Pierrot va más allá, imposible no observarlo, de una divertida boutade, pues de hecho, aquí sí puro Godard, la acción implica transformar al espectador en una correa de transmisión -agente nada secreto- con el fin declarado de alterar el rol de aquel que mira en tanto que elemento constitutivo de la obra, o también, expresado quizá de una manera más apropiada, como sujeto partícipe, estructural y comunicativo, en el despliegue de ese “arte en el tiempo” que todo cine de exposición, se exponga donde se exponga, lleva implícito en su propio discurso.

La primera vez que vi una selección de los recientes vídeos realizados por Juan Carlos Robles pensé inmediatamente en ideas y conceptos tales como “la visión singular de un sujeto múltiple”, una pedantería por mi parte, desde luego, pero así me monté la película. Y también: “una sinfonía coral y enloquecida”. Una cursilada, por supuesto, pero eso pensé. Y también: “una ficción vertiginosa para aligerar y aliviar lo que Peter Handke denominaba el peso del mundo”. Idea ésta con la cual ya empecé a estar un poco más de acuerdo conmigo mismo. Y también: “un rosario interminable de falsos vídeo-clips, que en la seducción e inteligencia de su acción y presentación lleva incorporada una nada disimulada crítica a tanto vídeo slow, a tanto minimalismo aburrido y cínico, a tanta hipócrita seriedad tan común en el panorama fílmico español”. A partir de esta última consideración empecé a vislumbrar una posible salida, digamos teórica, en lo que se refiere a la forma de presentar por escrito estos trabajos. Únicamente me faltaba encontrar una razón, o un porqué, a esa múltiple y desenfrenada carrera visual que los vídeos nos ofrecían, casi como un guiño o una parodia de la magnífica escena de Bande á parte (toujours Godard), en la cual los tres protagonistas de la película se conjuran, en una veloz carrera sin pausa ni resuello, para ver el museo del Louvre en diez minutos. Como a veces sucede, la suerte y la casualidad hicieron el resto. Leyendo, muy recientemente, los diarios de Robert Musil me encuentro con esta entrada: “Mientras se piensa en frases con punto final ciertas cosas no pueden expresarse”. Recuerdo perfectamente lo que a mí mismo me dije al leer la frase de Musil: joder...

Qué título tan hermoso y jazzístico, tan a lo Coltrane, Tu fantasía favorita, tan evocador de sonoridades aterciopeladas de saxo tenor, ha decidido otorgar Juan Carlos Robles como epígrafe aglutinador a esta exposición, que tan poco tiene de cueva de jazz inundada de humo y sonidos que parten el alma. Se diría (y en efecto, así es) que en este caso la paradoja ejerce su clásica función de sofisticado elemento desestabilizador de jerarquías, algo así como desear la comprensión del mundo por vía de su desregulación, de su devastación conceptual y esencialmente visual. Para ello, es innegable, los vídeos deben mirar al espectador, interpelando y brutalizando (dialécticamente) su presencia, socavando la pasividad intelectual del que observa la prosa del mundo. Ya lo hemos comentado: los vídeos se organizan en torno a un “sujeto múltiple” -invisible su dimensión colectiva: visible su deseo de colectivizar- que en el torbellino enloquecido de las imágenes teje (y al mismo tiempo destruye ese tejido / texto) el común espacio simbólico de los reconocimientos, de las identidades y singularidades esencialistas, y de los espacios culturales compartidos. O para decirlo con palabras del sociólogo Garcia Canclini: “Se necesitan sujetos para reconstruir lo social, y para que la necesidad de ser sujetos con los otros no sea asfixiada por la política ni banalizada por el comercio”. De ahí el deseo de ser, tan presente en estos trabajos, tanto que necesitan, en un rasgo de exquisita inteligencia por parte del artista, ser presentados como “falsos vídeo-clips” para así investigar en qué parte (qué cantidad) de Realidad podemos ser capaces de “transfuncionalizar” a través de la fantasía para, de esta forma, proteger un “núcleo duro” que a su vez nos proteja del horror, de la injusticia, de la devastación, de la estupidez y la frivolidad. Para semejante tarea no puede haber pausa ni descanso. No puede haber punto final.

 

Luis Francisco Pérez

Barcelona, Noviembre 2006

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